Por: Manuel Sámano.
Gigantesco
error histórico cometió este sábado el Cruz Azul en el Clásico Joven. Pasó en
unos instantes de estar a las puertas de propinarle al América una de las
humillaciones más grandes de esta rivalidad, justo en el torneo de su
centenario, a ser el protagonista de uno de los ridículos celestes más
decepcionantes.
El partido cambió:
De tener la seguridad casi absoluta de que Ignacio Ambriz vivía sus últimos
minutos como técnico americanista (2 derrotas por goleada contra sus rivales
más importantes, en el Clásico Nacional contra Guadalajara y en el Clásico
Joven frente a Cruz Azul) a vivir otra remontada legendaria y colocarle un
enorme signo de interrogación a la continuidad de Tomás Boy. No lo digo porque piense
que vayan a cesarlo en los próximos días, algo muy poco probable, sino por la
incapacidad evidente que ha mostrado este entrenador en mostrar signos de que vaya
a terminar la sequía de 19 años sin un título de liga del equipo celeste.
Aunque eso no es lo peor ya que a muchos se les olvida que sólo han ganado un
campeonato liguero en los últimos 36 años. Una cosecha paupérrima.
El partido
empezó de forma soñada para Tomás Boy y sus dirigidos. Tres goles en los
primeros 26 minutos de juego parecían suficientes para pensar que estaba a
punto de suceder algo pocas veces visto en este derbi capitalino. Lo que nadie
imaginaba era que ese suceso sería en contra de los locales. Después de arrancar el segundo tiempo con ese
3-0 a favor, la insensatez del colombiano Aldo Leao Ramírez con su infantil expulsión
al minuto 52 cambió todo. El principio de la debacle aunque no toda la culpa
tendría que ser de esa tarjeta roja. Una cosa es tener un hombre menos en la
cancha, sin duda una baja sensible. Pero
ni el entrenador ni los jugadores tuvieron el carácter para controlar el ímpetu
de un América que encontró en el gol de Oribe Peralta apenas un par de minutos
después, el trampolín para iniciar la remontada.
Es
completamente ilógico que el Cruz Azul haya carecido de reacción alguna y de no
haber sido por el portero José de Jesús Corona, la voltereta americanista
habría llegado antes. Aún peor fue la decisión de sustituir a 3 de sus mejores
futbolistas: Christian Giménez al minuto 56, Francisco Silva al 77 y Jorge
Benítez al 83. Evidentemente Omar Mendoza, Ariel Rojas ni el recién contratado
Érick Torres cumplieron su objetivo: mantener la ventaja en el marcador que
tenía el equipo celeste cuando ingresaron al terreno de juego. ¿Y Joffre Guerrón? No fue convocado al partido.
Ése sería otro error del entrenador porque hubiera sido fundamental como cambio
en los últimos minutos del partido. A menos que una causa de fuerza mayor
impidiera su participación en el partido como una lesión o una situación extracancha.
Con el paso
de los minutos Cruz Azul parecía aterrado, como si la Máquina siguiera unas
vías imaginarias que condujeran hacia el precipicio de la derrota. Tal vez
recordando lo sucedido en la final del Clausura 2013 cuando perdieron el título
de liga a manos del propio América de forma ilógica también en los últimos
instantes del juego. Un dejà vu fatal
aunque sólo quedaban 3 supervivientes de aquella tragedia cruzazulina.
Los goles
de las Águilas para el empate y para la remontada cayeron en tiempo de
compensación. Si el partido duraba 10 minutos más, estoy seguro que el equipo
de Ambriz hubiera metido 1 ó 2 goles más. En ese momento la Máquina estaba
descarrilada. Así es el futbol: en unos cuantos minutos todo cambia, Ignacio
Ambriz se sacó la lotería y el carácter del Cruz Azul como equipo fue una
grosería.
No le quito
mérito alguno al América pero lo de la Máquina merece calificativos
contundentes como vergüenza, pena o
ridículo pero lo catalogaré con una frase más nostálgica: oportunidad perdida.
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