Por: Manuel Sámano.
Wayne Rooney
se convirtió este sábado en el máximo goleador en solitario del Manchester
United. Se dice sencillo, pero marcar 250 goles para superar a una leyenda como
Bobby Charlton requiere además de 13 años, una gran calidad y contundencia. Este
delantero de 31 años de edad siempre la ha tenido.
Su llegada a
Old Trafford en el verano de 2004 fue al mismo tiempo criticada y aplaudida,
después de disputar una más que aceptable Eurocopa con Inglaterra como un
adolescente de 18 años procedente del Everton.
Su primer
partido fue una clara muestra de la huella que dejaría en las redes contrarias:
triplete contra el Fenerbahçe en la UEFA Champions League en una goleada de 6-2
a favor del United en fase de grupos. Con un ahora extraño para él dorsal
número 8, sólo tardó 17 minutos en debutar como goleador.
Entre sus
compañeros ese 28 de septiembre estaba una base de auténticas estrellas: Gary
Neville, Rio Ferdinand, Ryan Giggs y Ruud Van Nistelrooy. Además de ellos en la
banca estaba Cristiano Ronaldo, el otro refuerzo adolescente para esa campaña,
a quien Alex Ferguson no utilizó en ese partido.
El portero
turco al que Rooney le marcó sus primeros goles fue el legendario Rustu Reçber
y en la banca ya aparecía el futuro guardameta de la selección de Turquía,
Volkan Demirel.
Tal vez en
este momento no se alcance a medir la importancia que han tenido los goles de
Rooney con el Man. United pero el hecho de ser el máximo romperredes en la
historia de unos de los clubes más grandes del mundo es algo que será recordado
durante muchas generaciones.
Y qué mejor
que conseguirlo en una cifra redonda: 250 y con un golazo en los últimos
segundos para empatar el marcador en la casa del Stoke City, equipo donde
pasaron leyendas inglesas como el arquero Gordon Banks y el gran mediocampista
Stanley Matthews.
Wayne
Rooney no sólo conquistó ya la cima del gol en el Manchester United sino que
también presentó una credencial más para validar su ingreso al Olimpo del
futbol de Inglaterra.