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sábado, 12 de marzo de 2011

EL SOL SALDRÁ EN EL LEJANO ORIENTE





Por: Manuel Sámano


Es una pena lo que ha sucedido en Japón en las últimas horas. La destrucción  provocada por el terremoto de 8.9 grados en la escala de Richter del viernes pasado, sumado a sus réplicas y al tsunami que llevó olas de hasta 4 metros de altura dejaron como resultado una devastación de proporciones dantescas en la isla nipona.

Casi no se ha mencionado lo siguiente: en los últimos días hubo una serie de tormentas solares cuyo efecto llegó a nuestro planeta; se esperaba algunas fallas en cuestión de telecomunicaciones pero en la peor de las ironías, este gran sismo en el país del sol naciente pudo haber sido provocado por el propio sol. 

A pesar de eso, el pueblo japonés ha demostrado que es capaz de sobreponerse a tragedias similares o incluso peores a lo largo de su historia. En algunas ocasiones han sido eventos fortuitos, como en el caso de los fenómenos naturales que azotan esa región del Lejano Oriente: huracanes, inundaciones y los propios sismos; otras veces ellos mismos se lo han buscado como en la Segunda Guerra Mundial cuando Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas por bombas atómicas que paradójicamente se convirtieron en la llave para la paz de ese conflicto bélico.

De una nación colapsada en 1945 se convirtieron en una potencia de primer mundo en economía, tecnología, desarrollo humano y en otro aspecto que generalmente es un fiel reflejo de la sociedad a la que representa: el deporte.

Su espíritu deportivo lo han demostrado como anfitriones y protagonistas.

Como anfitriones al organizar los 2 principales eventos deportivos a nivel mundial: los Juegos Olímpicos celebrados en Tokio en 1964 y la Copa del Mundo de la FIFA en 2002 como sede conjunta al lado de Corea del Sur, uno de sus rivales históricos en cualquier ámbito.

Pero los japoneses también han aprendido a ser protagonistas en competencias deportivas individuales y en conjunto, sobretodo en estas últimas donde han brillado en dos deportes en especial: Beisbol y Futbol.

En el ”Rey de los Deportes” son bicampeones de los dos Clásicos Mundiales (la Copa del Mundo del Beisbol) que se han jugado hasta el momento. En 2006 vencieron en la final a Cuba y en 2009 a Corea del Sur. Cuentan con una liga local competitiva y peloteros de buena calidad en las Grandes Ligas de los Estados Unidos.

¿Pero qué pasa con Japón en el deporte más popular del mundo?



Al principio eran un cero a la izquierda en cualquier torneo que jugaba, ahora es un equipo competitivo que puede presumir su título como Campeón de Asia. Revisemos cómo fue esa transformación.

Ellos comenzaron llamándole “shu-kiu” que puede traducirse como patear la pelota. Más tarde utilizarían la palabra “soca” para llamar al futbol, como una deformación del “soccer” que se utiliza en la Unión Americana para llamar al balompié y no confundirlo con su football (en México y otras partes del mundo conocido como Futbol Americano).

La Asociación de Futbol de Japón fue fundada en 1921 y 8 años más tarde ya era miembro de la FIFA. Hasta mediados de la década de los 60 los japoneses habían fracasado en dos intentos por clasificarse a una Copa del Mundo. En las otras 6 eliminatorias no habían participado por decisión propia en 5 de ellas y previo a Brasil ’50 por el veto que les impuso la FIFA tras la Segunda Guerra Mundial. Pero a partir de su primera victoria en eliminatoria, la cual se dio rumbo a Alemania 1974, el ascenso de la selección japonesa comenzó un ascenso comparable a la altura del Monte Fuji. 

Japón salía campeón de la Copa de Asia de 1992 y el tren bala imaginario, en el que el futbol japonés parecía estar montado parecía estar listo para llegar a su próxima estación: la Copa del Mundo de Estados Unidos ’94.

Sin embargo, mientras más alto vas escalando, más fácil es caerte y mayor el dolor de la caída que sufres. En el que sin duda es el episodio más dramático y triste de los nipones en el futbol, se dio el 28 de octubre de 1993.

Era la última jornada de las eliminatorias asiáticas y los samurais azules tenían en Doha, Qatar una misión simple: sacar un empate frente a la selección de Irak que todavía tenía en su mente a los fantasmas de la Guerra del Golfo que los enfrentó contra el mundo apenas dos años atrás.

En ese tiempo se jugaba un hexagonal en un territorio neutral para definir a los dos clasificados de Asia para la Copa del Mundo. La sede fue Qatar, que más adelante se convertiría en el país elegido para organizar el Mundial del 2022, primero en territorio árabe.

El grupo se encontraba así:

Japón                                       5 pts.
Arabia Saudita                          5 pts.
Corea del Sur                           4 pts.
Irak                                          4 pts.
Irán                                          4 pts.
Corea del Norte                       2 pts.

La última fecha enfrentaba a las dos Coreas entre sí y a Irán contra Arabia Saudita, simultáneamente al duelo entre los líderes japoneses contra los irakíes, que no estaban fuera pero necesitaban de un auténtico milagro para lograr su pase.

Hay que recordar que en esa época se daban 2 puntos por partido ganado, en lugar de los 3 que se otorgan desde 1994. A los samurais azules les bastaba un empate para asegurar su boleto sin importar lo que hicieran los demás equipos.

Kazuyoshi Miura adelantó a Japón a los 5 minutos de juego, pero en la segunda parte empataba Swadi Radhi. Cuando parecía que el tiempo se le venía encima al equipo de Takeshi Okada, vendría el gol de Nasashi Nakayama que retumbó hasta el Lejano Oriente: 2-1 y parecía que la selección nipona tenía el pasaje a Estados Unidos en sus manos. Pero el destino es cruel y aunque el empate no le servía a Irak para nada, el partido debía terminar para sellar la clasificación japonesa que ya era celebrada por adelantado en pantallas gigantes instaladas en Tokio y en otras ciudades.

En el último minuto del partido, un desborde por la banda derecha terminaría en un centro perfecto a la cabeza de Jaffar Salman, que había entrado de cambio, para vencer al portero Matsunaga. El balón en las redes, los jugadores japoneses desplomándose uno por uno en el campo del Estadio Al-Ahly y las noticias que llegaban de los triunfos de Corea del Sur y Arabia Saudita provocaron el llanto japonés más grande en la historia de su futbol.


Esas mismas lágrimas pero evidentemente en proporciones más justificadas y en eventos más trascendentes que un simple juego de pelota, son las que está derramando ese pueblo del Sol Naciente tras el terremoto-tsunami del viernes pasado.

Sin embargo, luego de la tempestad viene la calma. Así como la selección japonesa de futbol se levantó de esa derrota para clasificarse ininterrumpidamente a los siguientes cuatro Mundiales (de Francia ’98 a Sudáfrica 2010) logrando en  dos ocasiones alcanzar la ronda de 8vos. de final, los japoneses se recuperarán de esta catástrofe natural.

No es casualidad que Japón desde la “Tragedia de Doha” ha sido campeón en 3 de las últimas 5 Copas de Asia (2000, 2004 y 2011), incluyendo la de este año al derrotar a Australia bajo el mando del entrenador italiano Alberto Zaccheroni, lo que le da derecho de jugar la Copa Confederaciones de 2013 en Brasil.



Por lo pronto los amistosos contra Montenegro y Nueva Zelanda, que están programados para finales de marzo en Shizuoka y Tokio podrían postponerse. Pero una buena participación de los samurais azules en julio en la Copa América podría ayudar a sanar las heridas que ha dejado el terremoto. A su favor los nipones tendrán la experiencia de jugadores como Yuto Nagatomo del Inter, Atsuto Uchida del Schalke 04, Shinji Kagawa del Borussia Dortmund y Keisuke Honda del CSKA de Moscú, que buscarán acercarse a la grandeza en la selección de leyendas como Hidetoshi Nakata (ex jugador de la Roma), Kuni Kamamoto (máximo anotador con 75 goles en 76 partidos) o Masami Ihara (máximo seleccionado con 122 partidos) para darle una alegría a Japón 4 meses después de la tragedia.



Ahora la nación nipona buscará un triunfo más como equipo, esta vez fuera de los terrenos de juego pero con el mismo espíritu deportivo ganador que los ha caracterizado: la reconstrucción tras la devastación que dejó el terremoto, para que el sol salga nuevamente en el Lejano Oriente.













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